Antes de emprender un viaje durante los meses más calurosos, es fundamental saber qué controles hacer al coche en verano antes de salir de viaje. El calor, las largas distancias y el vehículo cargado pueden poner bajo presión varios componentes. Una revisión completa ayuda a viajar con seguridad, ahorrar y evitar averías inesperadas.
Batería y sistema de refrigeración bajo presión

La batería es uno de los elementos más propensos a deteriorarse cuando suben las temperaturas. El calor aumenta la resistencia interna y acelera la evaporación del electrolito, reduciendo la capacidad de arranque. Antes de cada viaje veraniego, conviene comprobar el estado de carga con un probador fiable, limpiar los bornes de óxido y asegurarse de que el alternador carga correctamente: un voltaje entre 13,8 V y 14,4 V con el motor en marcha indica un sistema sano.
Bajo el capó, el refrigerante y el ventilador trabajan al máximo para disipar el calor. Verifica el nivel del líquido en el vaso de expansión, el estado de los manguitos y abrazaderas, y la limpieza del radiador de hojas e insectos. Una mezcla de agua y anticongelante al 50 % protege bombas y juntas incluso por encima de los 100 °C, evitando sobrecalentamientos peligrosos en los atascos.
Neumáticos y carga para el asfalto caliente

El asfalto ardiente dilata el aire dentro de los neumáticos, afectando la adherencia y provocando un desgaste irregular. Es recomendable comprobar la presión en frío según el manual; si el coche va muy cargado, añadir 0,2 bares mejora la estabilidad. También hay que comprobar el dibujo: un mínimo de 3 mm asegura agarre en asfalto caliente y lluvia repentina.
Una distribución correcta del equipaje evita sobrecargas en neumáticos y suspensión. Coloca las maletas más pesadas en el fondo y cerca del respaldo trasero, manteniendo un centro de gravedad bajo. Revisa la presión de la rueda de repuesto y el buen estado del kit de inflado: estar preparado reduce el estrés y los tiempos de parada ante un pinchazo.
Frenos y visibilidad siempre óptimos

Frenadas constantes en puertos o carreteras congestionadas elevan la temperatura de discos y pastillas. Comprueba el grosor de las pastillas, la ausencia de ranuras en los discos y el nivel del líquido DOT4; un fluido envejecido reduce el punto de ebullición y aumenta la distancia de frenado. Cambiarlo cada dos años mantiene la presión hidráulica, esencial cuando el coche va cargado.
Las largas horas de luz no eliminan el riesgo de tormentas ni los viajes nocturnos. Revisa la alineación de los faros, cambia bombillas desgastadas y monta escobillas blandas que evacuen bien el agua. Un parabrisas limpio y líquido limpiaparabrisas con aditivo aseguran la mejor visibilidad en cualquier situación.
Climatización y aire limpio en el habitáculo
Un aire acondicionado eficiente no solo refresca el interior, también reduce la humedad y el empañamiento de los cristales. Recarga el gas si el aire no es frío y cambia el filtro de polen, donde se acumulan alérgenos y bacterias. Un tratamiento higienizante en las salidas de aire previene malos olores durante trayectos largos.
Documentación en regla para evitar problemas
Además del mantenimiento, verifica la vigencia del seguro, la ITV y el impuesto de circulación. Llevar en el coche la documentación como el permiso de circulación, la póliza y la carta verde facilita controles en carretera o en la frontera y evita sanciones que pueden arruinar las vacaciones.
Realizar estos controles al coche en verano garantiza viajes tranquilos, menor consumo y evita averías costosas. Una revisión completa es la mejor inversión para disfrutar del viaje sin imprevistos.